Poema que refleja las pinturas de Helga Krebs...
Se murmura a gritos en el mundo de Krebs. Ha sido encontrada la evidencia. Invade de igual manera un silencio ensordecedor. Todo esta inquietantemente quito entre los híbridos zoomórficos. Se abre el caso. Sobre la superficie finamente pintada y ensamblada se encuentra el cuerpo trazado. Atado con líneas bien pensadas. Se descubren heridas en zonas del recuerdo rojo. Los planos de la escena se convierten en dividendo equilibrado, en un solo tajo como navaja en piel. El cuerpo muestra signos de luz y sombra dando volumen al acto. Denuncia un estado de composición muy avanzada. Se levanta la sospecha de su cama de recelos. Busca entre la duda y su creador. La víctima yace en la superficie cálida de la mesa donde se ha celebrado el festín. Los devoradores amables dejan entrever su alma hibridizada. Les palpita el vientre enrarecido de ficción. Ojos alados surcan la división del cielo. No hay rumor en sus alas de juicio. Simplemente son testigos benevolentes que les gusta fijarse en todo. Les divierte internecidamente la visión. Desde arriba piden su ración cotidiana de huesos, cubiertos de emoción. Orden... Se despeja del área... Vuelve el alma al cuerpo y de la muerte regresa la vida. Se origina la mente para repetir el gran teatro. De la armadura nace a tomar aire, a probar sol. Atraviesa la escena con acción de danza burlesca. Se encuentra el arma... Aun se siente calor en el pincel. Aun pulsa el acto en nítida ejecución. Hay cabellos de color blanco en él, se sospecha de ella. Se sabe que gusta de la cirugía atómica y del rayo X. Se le ha visto en zapatillas azules transitar en piernas migratorias que le pasean de vez en pez. Se mueve en óxido de sueño resplandeciendo de blanco donde apunta el dardo. La han visto bañar su noche en azul y rojo en forma de lago. Se conduce lenta pero acertiva como cirujano. Su móvil: destruir para construir. Se aglomeran las figuras buscándose en la historieta del bien y del mal. Muestran en el buscar de su anatomía en disección de garra. ¿Qué motivo les mueve para causar tanta histeria, para devorarse uno a otros? Lo evidente no tiene por qué explicarse. Todos se van... Queda Helga en su mundo seductor. Entre crímenes y glorias semihumanas, entre morbos que nos hermanan y acercan. Dibuja y pinta a diario con técnica pulcra la suciedad que nos limpia. Nos acuna en su regazo para gritarnos la canción que nos asusta. Seduce con cantos al ojo, con una belleza que nos escupe nuestra fealdad. Nos limpia la cara de niños temerosos y nos pinta la piedad en un acto generoso. Helga nos devoró mientras tratamos de adivinar qué significa todo... |